Hna. Yolanda Gimenez de carlin
Ésta es una experiencia que estoy segura te ayudara no solo a conocer mas de Dios, sino que darás gloria a su nombre.
Hace unos años atrás, mientras construía mi vivienda, el Señor me ayudó a poder levantar una cisterna de aproximadamente dos metros de profundidad en la parte delantera de mi casa, esta no tenía una tapa de concreto, por lo que decidimos con mi esposo cubrirla con un triplay delgado y bastante deteriorado. Un día como cualquier otro, en un pequeño descuido con mi esposo, vimos a nuestro hijo mayor Sebastian de cuatro años de edad que se encontraba saltando sobre dicha tapa, inmediatamente mi esposo corrió a sacarlo y al ver la condición del triplay se quedó sorprendido de que pueda haberlo sostenido, era la mano de Dios quién cuido la vida de nuestro hijo, porque era imposible que esa tapa pueda haber soportado el peso de mi niño.
Hna Alicia Velasquez de Cordova
Mis años de vida fuera del cristianismo fueron difíciles pues tenía una enfermedad, el asma, la cual constantemente me producía falta de respiración y con ello momentos duros no solo para mí, sino también para mis familiares y con el tiempo para mi esposo, quien amo mucho, ambos conocimos al Señor y empezamos a congregarnos y con la experiencia de escuchar su palabra; un día oraron por mi y el Señor Jesús me libró de dicha enfermedad quedando sana y mostrándome su amor por mí y mi hogar.
El Señor Jesús no solo hizo por mi esto, sino que durante el embarazo de mi segundo hijo (Samuel) me detectaron ulceras en el útero, al punto de decir el médico que era como un volcán apunto de erupcionar y lleno de llagas. Todo esto le conté a mi pastora y ella me dijo que oraría por mí después del servicio y así fue, cuando llegó el momento de mi próxima consulta, fue constatada mi sanidad por el médico, pues luego de revisarme me dijo que no tenía nada, que mi útero estaba totalmente limpio y sano. Doy gloria a Dios por este y tantos milagros que ha obrado en mi vida.
Hna. Gabriela Carlin de Alcedo
Por la gracia de Dios tengo 50 años de edad y mi nombre es Gabriela Carlin de Alcedo, congrego en la Iglesia Cristiana “Bienvenido Espíritu Santo” hace unos nueve años aproximadamente. Hace un año atrás viaje en compañía de mis familiares a un puerto vecino ubicado al norte de nuestra hermosa ciudad de Chimbote, como es parte del atractivo turístico de dicho pueblo el paseo en bote por las bellas islas que rodean las delicadas orillas del balneario de Máncora, decidimos pasearnos y pasar un momento agradable y disfrutar del radiante sol, todo empezó cuando terminando el recorrido y saliendo por el muelle pise mal y mi pierna al doblar produjo que mis dedos quedaran trabados en un tubo de fierro, por más que intente sacarlo no podía, las personas que se encontraban a nuestro alrededor, solo decía que seguramente mis dedos podía estar fracturados y mis familiares no sabían qué hacer para ayudarme. Pasado algunos minutos el dueño del bote decidió cortar el tubo, el cual libró mi pie, que aunque con algunos raspones y moretones no paso a más, doy gracias a Dios quien me guarda cada de mi vida.
Hna. Elizabeth Córdova Rivera.
Antes de conocer a Cristo mi vida era muy triste porque tenía una enfermedad incurable (esclerosis y artritis) la cual me impedía disfrutar de una vida saludable, de realizar mis actividades pues no podía caminar y cada día iba en aumento, hasta que llego el momento en que acepte la realidad que el médico me dijo, que pronto no tendría vida y que disfrutara del poco tiempo que tenia, la tristeza era aun mayor pues tenía una niña de apenas siete años de edad, solo venia a mi mente que quedaría huérfana y como su padre hace muchos años que se separo de mi, mi dolor era mayor. Mis familiares en su deseo de ayudarme me llevaron a un médico naturista, el cual me dio una dieta muy estricta por nueve meses, pero no veía ninguna mejoría, lo único que experimentaba era mayor dolor cada día, la angustia llenaba mi alma y solo buscaba paz en mi corazón, aunque a mi manera pedía a Dios que alguien pueda hablarme de él, pues solo en ÉL encontraba la paz. Fue así que Dios escucho mi clamor y envió a un hijo suyo, el cual me habló de él y me invito a la iglesia a la cual hoy asisto, allí conocí a nuestra Pastora Laura Mori Lamas quien oró por mí; hoy estoy sana, esos tiempos quedaron atrás, disfruto de mi hija quien tiene ahora 17 años y sé que juntas veremos un gran futuro en Cristo Jesús, gloria a su nombre.